Las conferencias de El payador han sido habitualmente interpretadas como un gesto de rechazo hacia los grupos sociales inmigratorios. Sin embargo, en nuestra lectura, el gaucho prototípico diseñado por Lugones se corresponde menos con la noción de "pureza" cultural que tradicionalmente se le ha atribuido que con una figura cuya diversidad podía suscitar imaginariamente las identificaciones de sectores heterogéneos. El presente artículo señala en el texto una posición que, contra lo que Lugones hubiera deseado, no puede dejar de registrar la progresiva democratización social, tal como lo habían planteado ya otros intelectuales desde el cambio de siglo: Las multitudes argentinas (1898) de Ramos Mejía y Ariel (1900) de Rodó. La llamada "cultura popular" fue el material para elaborar las transformaciones para una política cultural, y con notables dosis de paternalismo, intentar reconstituir en ella el terreno de la lucha por la hegemonía. El payador registra indirectamente la existencia de un público amplio y heterogéneo, que no fue destinatario directo del discurso, Pero sí era el objeto imaginario de reforma cultural.