Entre las numerosas publicaciones de teoría literaria que siguen los pasos de los célebres teóricos del siglo veinte en el veintiuno, el presente volumen destaca por su capacidad de compaginar complejidad teórica y aplicación práctica. Me explico: el éxito que los acercamientos teóricos a la literatura tuvieron en la época de los estructuralistas, junto a las pautas filosóficas marcadas por el marxismo, nos dejaron la herencia de un deseo insaciable de rigor intelectual excluyendo todo comentario de texto que no pudiera justificarse dentro del marco general de una teoría literaria. En cambio, surgió un género de ensayo, de teoría, que muchas veces carece de aplicación práctica, y se debe solamente a la dinámica del género “ensayo”, o al afán de competir con los grandes teóricos, como Roman Jakobson, Julia Kristeva o Juri Lotman. Aquellas teorías llamadas post-estructuralistas resultaron, a veces, tan complejas que sólo un puñado de iniciados en todo el mundo consiguió entenderlas mientras que todos los demás gastaron su energía en el esfuerzo de hablar idiomas que podrían calificarse como “el Lacan”, “el Derrida clásico” o “el Derrida revisado”.