El trabajo que se ha impuesto Jorge Monteleone en esta ocasión, una antología de la poesía argentina con ocasión del Bicentenario, ha sido un trabajo riesgoso. Esos riesgos que asume todo antólogo, como lector, como crítico literario, como lector perteneciente a un determinado contexto histórico y social, Monteleone no sólo los conoce y los asume, incluso podría decirse en algún caso que los rodea, no los sortea, con elegancia, sino que además se explaya sobre ellos en un prólogo cuya lectura resulta de fundamental importancia. A partir de allí, el antólogo no sólo expone sus dificultades, sino que, lejos de querer justificar sus elecciones, da cuenta, con una lucidez teórica notable que no lo vuelve sin embargo ilegible para el público en general al que el libro está dedicado, de las posibilidades de lectura que el libro en tanto tal abre y cierra a la vez.