Es parte del consenso popular de las cofradías literarias sostener que en todo gesto y proyecto crítico se juega un latente y silencioso relato autobiográfico que involucra a su autor y a la relación con su objeto. Cuando los lectores, lectoras en este caso, conocimos los hitos de esa experiencia intelectual, fuimos parte de ese proceso, nos convertimos en testigos que pueden certificar su trama. Estuve cerca de Alejandra desde que partió a España y luego a Alemania, fui escucha de sus dilemas existenciales e intelectuales. También estuve cerca de Elena Poniatowska desde que fue objeto de una elección firme, confiada, decidida, de un deseo, de una inquietud renovada de varias maneras.