Desde los últimos tiempos, buena parte de los estudios sobre Roberto Arlt tienden a deslocalizarse del análisis particularizado de su novelística y de cierta línea de la crítica, más habitual en años anteriores, concentrada en las formas “del cross a la mandíbula” social de Arlt. También se ha desplazado con suficiente contundencia esa mirada bastante inicial en los enfoques sobre su literatura, signada en desmontar las imágenes y las marcas del escritor “fracasado” e “incomprendido”, antagonista polémico e “iletrado”. Reaparecen así, más actualmente, con insistencia y mayor visibilidad, otras zonas de su escritura (las crónicas, el teatro, los cuentos) que convergen en diferentes focos de análisis cuyos efectos, a la vez que descentran el lugar de la novela como la materia textual principal y única (o bastante excluyente en el análisis de “lo arltiano”) permiten repensar su obra en diversos sentidos en relación con los contextos culturales particulares y complejos de su inserción y producción. El libro de Patricio Fontana es uno de ellos.