La geología médica, una disciplina que surgió en los últimos años para estudiar la influencia de los factores geológicos en la distribución geográfica de los problemas sanitarios, ha reflotado la vieja relación entre medicina y geología. Aunque separadas en el siglo XX, estas dos ramas del saber aplicado presentan innumerables temas en común tal como el estudio de la deficiencia de minerales o los efectos del polvo volcánico en la salud humana y veterinaria. Sin embargo, los investigadores del siglo XXI, lejos de agitar la novedad del asunto, prefieren anclar este enfoque en las tradiciones terapéuticas del mundo antiguo y de la modernidad temprana. No están equivocados: durante siglos el mundo natural, es decir, los reinos animal, vegetal y mineral, fueron concebidos como un repositorio de remedios. Como es bien sabido, hasta el siglo XVIII, la historia natural y la medicina caminaron de la mano. “La Tierra es la farmacia de Dios”, decía Oswald Croll (1563-1609), un médico alquimista seguidor de Paracelso.
Esta Historia de la geología y la medicina, resultado de un coloquio organizado en noviembre de 2011 por el Grupo de Historia de la Geología, afiliado a la Geological Society de Londres, se ocupa, precisamente, de esos vínculos históricos. En ese sentido, representa un primer paso en aras de sistematizar un tema de investigación prometedor, hasta ahora poco explorado por los historiadores. En efecto, aunque los herbolarios y la etnobotánica y, en menor medida, la materia médica animal, han sido analizados con detalle, la materia médica mineral y los “geofármacos” permanecen como un tema pendiente.