“Aquí finaliza el manuscrito” anunciaba Frederich Engels en el capítulo 52 de El capital, justo cuando Karl Marx se disponía a especificar qué era lo que convertía a los obreros asalariados, a los capitalistas y a los terratenientes en clases sociales. Tamaña ironía de la historia la de haber legado a quienes vinieron después de Marx la responsabilidad de abordar uno de los elementos fundamentales de la teoría marxista: el problema de la conformación de sujetos colectivos y la pregunta por la forma de la conflictividad que ellos protagonizan. Marcelo Gómez se sitúa en el medio del debate para proponer un enfoque renovado que intenta amalgamar la “teoría de las clases” con las teorías sobre la acción colectiva incitando a una doble reformulación. Por un lado, la de estudiar en términos clasistas a los sectores medios rompiendo con el supuesto marxista que los define como “clases de transición” destinadas a desaparecer a raíz de la polarización capitalista; por el otro, la de potenciar los enfoques posclásicos que define como “desclasantes” anunciando el “regreso de las clases”. Cómo ceder una parte para no perderlo todo es el interrogante al que el autor somete el concepto de clase y que atraviesa su obra, El regreso de las clases, donde expone el esqueleto analítico de su tesis doctoral, titulada “Asambleas barriales y ahorristas estafados, las formas emergentes de movilización de las clases medias en la crisis”.