Crítica literaria e Historiografía latinoamericanas han coincidido reiteradamente sobre la relevancia de la figura de Rómulo Gallegos. Sin embargo, es sabido que el declinar de su obra literaria sucede simultánea y proporcionalmente a una mayor dedicación al campo político: Pobre negro se publica en 1937 al mismo tiempo que Gallegos es elegido diputado, para diez años más tarde acceder por voto popular - por primera vez en la historia de su país - a la Presidencia de la República de Venezuela. Sin discusión, el nexo conducente entre ambas etapas y entre las disciplinas mencionadas que se dedican a su estudio es el concepto galleguiano de nación.
Mónica Marinone selecciona entonces cuatro novelas de Gallegos – Reinaldo Solar (1920), Doña Bárbara (1929), Canaima (1935) y Pobre Negro – y configura inteligentemente un rastreo topográfico del “imaginario de nación”. El mapa físico- político venezolano conformado por nueve regiones geográficas transmuta así en cuatro zonas o parcelas literarias que arrojarán cada una un producto particular y característico. Al más puro modismo americano el contexto natural generará y sobredeterminará singulares fabricaciones culturales.