En el corpus de Bolaño, Amuleto (1999) forma parte de los relatos que narran las barbaries de las dictaduras y el fracaso de las utopías de los 60.
Amuleto puede leerse como una carta de amor y de despedida de los ideales de los 60/70, “de las hazañas heroicas de una generación entera de jóvenes latinoamericanos sacrificados”. La novela desarrolla el relato autobiográfico de Auxilio Lacouture, expandiendo las diez páginas que ese texto ocupa en Los detectives salvajes (1998). Auxilio se encuentra encerrada en un baño de la Universidad de México (UNAM), en 1968, para esconderse de los militares que irrumpen en la autonomía universitaria y anticipan ese suceso clave de la historia mexicana: la masacre de Tlatelolco, convertida en paradigma de todas las masacres latinoamericanas contra jóvenes “estúpidos y generosos (…) que todo lo entregan y no piden nada a cambio, y ahora de esos jóvenes ya no queda nada (…) Toda Latinoamérica está sembrada con los huesos de éstos jóvenes olvidados”.
A través de un relato en primera persona, se narran los procesos de edificación y significación de una memoria traumática gestada a partir de ese acontecimiento, que funciona como paradigma y metonimia del horror latinoamericano. Aquí, Bolaño explora los modos de configuración de la memoria en dos instancias: desde el registro de los procesos históricos como representaciones en la subjetividad hasta la construcción de una memoria colectiva. Es decir, esta novela instala el problema de la memoria tanto en la esfera del individuo (Auxilio) como en el espacio de la memoria colectiva (América Latina).