El pasado 1 de febrero, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, finalmente anunció el retiro de su país del Tratado INF (abreviación que refiere al Tratado de Eliminación de Misiles de Corto y Mediano Alcance). Al día siguiente, el presidente ruso, Vladimir Putin, replicó la acción y anunció el retiro de Rusia del tratado.
De este modo, se pone fin a un instrumento jurídico que ha servido para morigerar y poner paños fríos a la relación bilateral entre las dos potencias durante más de 30 años.
A partir de lo que pareciera ser el fin del Tratado INF, es pertinente, entonces, preguntarse ¿qué rol ha jugado el INF en la relación ruso-americana en las últimas décadas?; ¿qué cambios se esperan en la relación entre los Estados Unidos y la Federación Rusia con el fin de este acuerdo?; ¿de qué manera se reconfigura el esquema estratégico entre ambas potencias? Y, particularmente, ¿constituye el fin de este acuerdo un nuevo factor de desestabilización internacional? Estos interrogantes son los ejes disparadores del presente artículo.