Dicen que a los buenos escritores los sobreviven sus libros. Dicen, además, que a los clásicos difuntos los envuelve la leyenda y que sus autores se pasean ufanos y redivivos mucho tiempo después de sus últimas travesías. Otros prefieren seguir retozando tranquilos y horizontales por los siglos de los siglos o al menos, como en nuestro caso, casi a lo largo del siglo XX. Juan Carlos Onetti nace el 1º de julio de 1909 en la ciudad de Montevideo, Uruguay, y al cumplirse cien años de este acontecimiento –y quince de su muerte, en Madrid– leemos cómo Rogelio Demarchi nos convoca a esta excursión literaria a Santa María, la ciudad instaurada por Brausen –personaje protagonista de La Vida Breve (1950)– desde el ocio creativo de aquellos narradores onettianos que, tumbados sobre una cama, avizoran entre el humo del tabaco los rasgos fundamentales de una y varias historias fundamentales de la literatura hispanoamericana del siglo XX.