Este trabajo retoma la perspectiva derridiana del tiempo como don para reivindicar el ‘potencial improductivo’ del ocio, a partir de su carácter atemporal respecto de los parámetros temporales de la economía. El ocio tiene la capacidad de detener el tiempo de la producción, de la economía, de la reciprocidad, para dar lugar al tiempo del don, de la entrega de sí – que es entrega del propio tiempo, en cuanto lo único que puede ser ‘donado’ (cf. Derrida, 1995, p. 16 ss.) –. Tiempo para el encuentro con el otro, para el gozo de ese encuentro con la diferencia. Este ocio ‘antieconómico’ incorpora un elemento de trascendencia respecto de la lógica mercantilista del derecho liberal individualista moderno. Su recepción jurídica puede por eso contribuir en la consolidación de un derecho menos autorreferencial, menos hegemónico, más plural, más ‘acogedor’ de las diferencias.