Desde el principio de la humanidad, los seres humanos poseen instinto de conservación y han sentido miedo frente a los peligros reales, ansiedad ante lo desconocido y angustia por su condición de ser mortal. Estas emociones le han servido para defenderse de las amenazas reales del medio en que habitaba, como animales salvajes, tormentas, inundaciones, terremotos. Las tribus más primitivas tuvieron el consuelo de la espiritualidad y encontraron la respuesta a los enigmas de la vida a través de los símbolos. La realidad era sagrada y ellos formaban parte de ella. El hombre tenía respuestas sobre la realidad que le garantizaban una vida después de la muerte y creían en ella.