La educación permanente cumple el papel de colaborar para la actualización y/o recuperación del conocimiento técnico profesional. Mejía concibe a la educación continua como “el conjunto de experiencias que siguen a la formación inicial y que permiten al trabajador mantener, aumentar y mejorar su competencia para que ésta sea pertinente al desarrollo de sus responsabilidades”, siguiendo esta consideración agrega que: “La educación inicial, independiente de su duración, no garantiza un ejercicio profesional idóneo indefinidamente. Capacita sólo para comenzar una carrera o empleo y aporta conocimientos para continuar la educación durante toda la vida profesional de un individuo. Sin educación continua la competencia decrece progresiva e inexorablemente".