En el presente trabajo, se busca indagar en las disputas de proyectos estratégicos a nivel mundial que se profundizan a partir de la crisis financiera global desatada en 2008, luego del estallido de la burbuja inmobiliaria y la crisis de las hipotecas subprime. Esta crisis global produjo una parálisis en las economías centrales, que prácticamente vieron estancarse sus PBI y, a la vez, fueron ganando peso economías "emergentes", que a partir de su crecimiento económico primero, y su capacidad de articulación política después, comenzaron a plantear nuevos desafíos en el orden global, mostrándose críticos de la arquitectura financiera unipolar global actual y esbozando lineamientos para superarla. La propuesta de la nueva Ruta de la Seda viene a confirmar la consolidación de un proyecto productivo industrial basado en el trabajo y en la economía real, motorizado por la principal potencia económica en ascenso, la República Popular China, y articulando un conjunto de bloques regionales emergentes que propician un nuevo orden mundial multipolar. Este proyecto viene acelerándose, principalmente, a partir de la victoria de Donald Trump y del Brexit: el desplazamiento del centro gravitatorio de la producción y el PBI mundial hacia el mundo emergente, con centro en el Asia-Pacífico.