Si la ética establece una línea divisoria entre lo que está bien y lo que está mal a partir de valo-res compartidos por una sociedad, de donde deviene la legitimación de su posterior instrumentación normativa como expresión del poder; su sentido se resiente profundamente cuando los componentes de este razonamiento se invierten. Es decir, cuando la expresión del poder instrumenta normativa-mente una ética que se impone sobre la sociedad. Esto sucedió en la Argentina moderna cuando la amalgama biopolítica entre ciencia y poder operada a través del darwinismo social, la Eugenesia y la Biotipología, contribuyó a recrear permanentemente una pretendida ética de la exclusión.