Desde los inicios de la pandemia se ha cristalizado aún más la idea de que somos las mujeres y los varones, el Estado y sus instituciones, los movimientos políticos y sociales, quienes hacemos la historia en condiciones adversas, y que, efectivamente, solo el Estado puede hacerse cargo del cuidado poblacional ante un contexto sanitario crítico.
En un tiempo de derrumbe de las recetas y explicaciones disponibles en nuestras precondiciones sociales en Argentina, desde la gestión del Estado nacional y provincial se ha puesto nuevamente en el centro la necesidad de recrear nuevas lógicas de funcionamiento social basadas en la solidaridad como valor político para reconstruir los tejidos que nos permitan lograr la igualdad y el acceso a la salud, y el cuidado del ambiente.
El sistema universitario con asiento en la provincia de Buenos Aires, con veintitrés universidades nacionales y dos provinciales, se ha convertido en un actor protagónico en la planificación de las estrategias de control, prevención y monitoreo de COVID-19. Universidades que desde sus especificidades y particularidades han brindado su infraestructura y sus recursos humanos con un genuino compromiso e histórico involucramiento frente a un contexto de enorme incertidumbre y peligro para nuestras vidas.