A lo ancho del país se han multiplicado las experiencias de economía solidaria, en particular los conocidos clubes de trueque. Estos espacios pueden entenderse como parte de las estrategias de supervivencia por los hogares frente a la crisis. Sin embargo, consideramos que son más que eso. Pueden pensarse como un incipiente cuestionamiento a las instituciones tradicionales de gestión de la economía. No solamente se constituyen como mercados informales sino que se plantean como espacios de gestión económica alternativos o paralelos donde se (re)crean una serie de instituciones, en particular la institución de la moneda. Los participantes de estos espacios de la economía popular no sólo tienen la capacidad de crear nuevas instituciones económicas, sino que pueden permitir a sus participantes recuperar su derecho a intervenir en sus comunidades, estableciendo nuevos espacios de autonomía