A la luz de la historiografía construida a partir del centenario de su fundación, resulta hay casi un lugar común decir que la gestación de La Plata se vio fuertemente influenciada por prescripciones emanadas de la higiene pública. Sin embargo bajo esa casi obvia afirmación subyace un conjunto de prescripciones de las cuales resultaron de más sencilla aplicación aquellas que se dirigieron hacia el trazado de una ciudad creada ex novo, que las que apuntaron a redefinir las costumbres de sus habitantes Es este sentido la relación de La Plata con la higiene pública, puede ser seguida en la creación en 1882 de esta ciudad (comparada por textos de la época con una utopía higienista) pero también en su devenir inmediatamente posterior, que cronológicamente se instala en medio de dos teorías científicas. Tras la consolidación de la “teoría de los gérmenes”, la higiene en esos años fue redefiniendo sus tradicionales alcances basados en la “teoría de los miasmas”, trasladando de la aireación de los espacios físicos al contacto del cuerpo con el agua, el principal medio para garantizar la salubridad en los centros urbanos, induciendo en estas redefiniciones no pocas innovaciones urbanas en La Plata.