En la segunda mitad de 1970, quienes habían protagonizado tradicionalmente la vida política argentina (los militares, en el gobierno desde 1966, y los políticos “propiamente dichos”, que habían soportado desde ese entonces su congelamiento) toman posiciones para protagonizar un cambio que se avizoraba cercano. Terminada la primera etapa de la Revolución Argentina con el desplazamiento de Onganía, se anunciaba un regreso a las instituciones de la Constitución, pero tantos cambios se habían producido desde el derrocamiento del Dr. Illia que quienes ambicionaban hacerse con el poder estaban desorientados. Desde el Cordobazo la Argentina parecía haberse convertido en un país distinto, donde el descontento social se traducía con frecuencia en revueltas populares.