El presente trabajo sienta sus bases en la primera parte del título de nuestra investigación “la clínica en lo social: inserción y desinserción en las adicciones a las drogas”, a saber, “De la clínica en lo social”.
Introducir el sintagma “sociedad de consumo” enmarca algo del empuje de nuestro vertiginoso tiempo. El punto de partida es considerar la clínica diferenciada de la práctica, esto es, como una elucubración de saber respecto de ella y lo social como un entramado complejo que va cambiando de caracterización según la época. Subrayando el “en,” enfatizamos un abordaje del fenómeno del consumo de sustancias tanto legales como ilegales, desde una práctica particular de discurso como es el psicoanálisis de orientación lacaniana. Nuestro objetivo es investigar el padecimiento en la civilización actual haciendo uso de cierta hipótesis económica que situaremos como cinismo de consumo.
La paradoja freudiana localizada por Ernesto Sinatra (1996) “el clímax del placer coincide con la abolición misma del sujeto. La toxicidad del goce, mata” es el cristal desde el cual interrogar si una práctica prescinde o no del lazo al Otro. Si en el aparato psíquico mismo se advierte una “autotoxicomanía” (Sinatra, 1996: 161), las diferentes modalidades habrán de presentarnos distintas enfermedades del consumo. No siendo el mismo el valor de uso del tóxico, al fin y al cabo el objeto droga se ve afectado también por los avatares del mercado y la tendencia a la segregación, no solamente cuando se advierte la pendiente delincuencial.
Conforme la observación realizada por Éric Laurent, los “toxicómanos verdaderos”, encarnan, en tanto puede ser cualquiera, el producto a consumir o ser consumido, una vertiente paradojal.
Ernesto Sinatra la enuncia de este modo:
Tal vez cínicos decididos en su goce (y que pretendían, querían, autoerótico) cínicos que se querían libertados –de las ataduras del falo en su conexión en con la castración, gozando por fuera del fantasma y rehusando jugar su apuesta con el partenaire sexuado-, deberán, sin embargo, dirigirse a Otro referente aún más implacable que las cogitaciones del pensamiento: el mercado mismo como Otro” (Sinatra, 1996: 168) Subrayado así el intento de prescindir del lazo como un rasgo que, si bien no se aviene a universalización alguna, nos resulta de radical importancia, sostenemos que puede producirse tanto inserción como desinserción en el consumo de sustancias tóxicas. Esa diferencia, fundamentalmente orientadora para nuestra inserción como practicantes también en el ámbito institucional, hace a la elaboración del presente proyecto.