Acaso fuera el filósofo alemán Friedrich Wilhelm Schelling (1775-1854) uno de los pocos que, en su tiempo, pensó que la mitología era un asunto serio; puede uno imaginarlo así, porque sus primeros estudios —los de su juventud— y los últimos tratan de ella; y según se dice, meditó sobre este misterio a lo largo de su vida que no fué breve; pero sobre todo, porque rechazó las soluciones simplistas y las extravagantes que florecían lozanamente en su época y que perduran y son —todavía— para mucha gente, explicaciones válidas; y porque no usó para la mitología ese tono despectivo que inaugurara Voltaire, con esa su habilidad mundana tan inclinada a burlarse de todo aquello que su espíritu no captaba, que solía ser lo que estaba un poco más allá de lo que se percibe con los cinco sentidos.