Lavalle ha abandonado la ciudad de Santa Fe, perseguido por las fuerzas del general M. Oribe. Busca la incorporación de Lamadrid. El 26 de noviembre “hubo de verse envuelto por las fuerzas de Oribe, en un momento en que se detuvo a refrescar sus exhaustas caballadas. El 28 llegó a los montes del Quebrachito. Allí no estaba Lamadrid”. Este, —en efecto,— al no verlo aparecer en Romero —lugar donde se habían citado— se dirigió hacia la Herradura. El desencuentro colocó a Lavalle en el difícil trance de enfrentar con sus únicas tropas al ejército federal. Su tropa —acosada por la sed y el cansancio— “se quedaba profundamente dormida sobre el pasto”. El ejército marchaba a discreción de los baqueanos y hacía alto cuando éstos se lo indicaban.