En la actual mundialización, la democracia del mercado ha triunfado en apariencia, si bien resulta incapaz e insuficiente para sostener un debate acerca de los fundamentos. Hoy podemos afirmar sin temor a equivocarnos, que asistimos urbi et orbe a una suerte de desmantelamiento de las referencias, sean éstas ideológicas, políticas, sociales, económicas o identitarias, provocando en consecuencia una crisis de sentido que afecta al mundo en su totalidad y tiene carácter universal. El mercado iguala -por lo más bajo- en el consumo de objetos, ¿puede igualar en lo que atañe a valores y creencias, posee la capacidad de ofrecer fundamentos? Atravesamos por un período de incertidumbre ante el cual resulta difícil, cuando no imposible, avizorar un final con nuevas ¿o antiguas? configuraciones. Incertidumbre generalizada con explicaciones más próximas a las que ofrece la teoría del caos, pero con seres humanos que sufren la angustia de no saber hacia dónde se dirigen. Incertidumbre por un lado y búsqueda de certezas por el otro están en la base de contradicciones con una multiplicidad de posibles trayectorias en su evolución.
Puede observarse en la actualidad un momento de ruptura con antiguos paradigmas y varias trayectorias posibles de salida. A las diversas crisis referenciales señaladas desde hace tiempo, debemos sumar los efectos de una pandemia que no encuentra por el momento una solución definitiva y con la cual deberemos convivir no se sabe cuánto tiempo aún.