Hoy, más de 1000 millones de personas están privadas del alimento suficiente para llevar una vida saludable. En este contexto, los recursos pesqueros se han vuelto, de acuerdo con la FAO (Food and Agriculture Organization), un medio preponderante para la erradicación del hambre. Debido a ello, su utilización sostenible incluso ha sido considerada como uno de los Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS) 2030.
Asimismo, estos recursos han captado una relevancia exponencial al crecimiento de la República Popular China, para quien la disponibilidad y accesibilidad a los mismos, se plantea como problemática frente a su posicionamiento en el Mar Meridional. En otras palabras, un panorama de sobreexplotación sugeriría mayores tensiones en los océanos, en pos de garantizar la seguridad alimentaria de los Estados de la región.
Como resultado de ello, la comunidad internacional ha virado su atención hacia sectores con mayor disponibilidad de recursos como es el caso de América Latina, quien nuevamente se enfrenta a una irrelevancia sistémica contrariamente proporcional a su relevancia estratégica (Malamud & Actis, 2020) en un escenario caracterizado por la pugna entre China y Estados Unidos.