En la actualidad se da por sentada la tecnología espacial en la vida cotidiana de los ciudadanos del mundo. Los satélites en órbita apoyan las comunicaciones globales, sin mencionar la actividad económica, comercial, gubernamental y militar diaria. La dependencia de la tecnología espacial para la vida en la Tierra genera riesgos profundos que, de no ser abordados correctamente, podrían poner en peligro la vida de millones de personas, pues los activos espaciales son cruciales para el arte de gobernar moderno. Si se tiene en consideración que los satélites almacenan información confidencial de los Estados —imágenes de instalaciones militares sensibles o infraestructura crítica—, no sorprende que el espacio ultraterrestre sea percibido como un objetivo atractivo para los ataques cibernéticos. En este sentido, el espacio no solo es un medio, sino también un fin.