Ana alumbrada desarticula a partir del análisis y la descripción de casos singulares de militantes secuestrados o internados en neuropsiquiátricos el concepto de Estado terrorista definido por Eduardo Luis Duhalde, es decir, un Estado que actuaba mediante una doble faz de sus aparatos coercitivos: uno público y sometido a las leyes y otro clandestino, al margen de toda legalidad formal. Slutzky ilumina los espacios de intersección de estos dos mundos, los cuales dentro de un marco legitimado institucionalmente siguen encerrando aún hoy a la nuda vida, sometiéndola a torturas y maltratos que no se terminaron con el fin de la dictadura. Este texto es fundamental para los estudios sobre el pasado reciente porque permite delimitar un territorio en el que persisten más continuidades que rupturas con el régimen dictatorial, la permanencia del campo donde se expulsa lo abyecto, los cuerpos que no se adaptan al corte biopolítico del “ciudadano”. Cuerpos diagnosticados para producir el olvido y la negación simbólica de sus vidas con el consenso de la institución familiar.