La investigación histórica en Chile recibió su impulso inicial a raíz de la fundación de la Universidad. En su ley orgánica, del 18 de noviembre de 1842, el artículo 28 dice, al referirse a la ceremonia anual: "Se pronunciará un discurso sobre alguno de los hechos más señalados de la historia de Chile, apoyando los pormenores históricos en documentos auténticos y desenvolviendo su carácter y consecuencia con imparcialidad y vigor".
En cumplimiento del artículo citado, la primera memoria histórica, a cargo de José Victorino Lastarria, fue leída el 22 de septiembre le 1844, algún tiempo después de la llegada al país de las entregas iniciales de la obra de Claudia Gay. Tanto Lastarria como Gay no eran historiadores profesionales.
El primero, abogado distinguido, se señaló siempre en calidad de ideólogo, político y literato; el segundo, sabio francés, se improvisó historiador por imposición del contrato celebrado con el gobierno chileno para investigar la realidad natural y política del país.