En 1909, Sigmund Freud publica el famoso historial, paradigma de la neurosis obsesiva, “A propósito de un caso de neurosis obsesiva (el “Hombre de las Ratas”)” (Freud, 1998). En el punto dedicado a analizar el complejo paterno (me refiero al punto G), hallamos la conocida construcción freudiana que sitúa al padre como perturbador del quehacer auto erótico. La escena fantasmática construida consiste en que el paciente ha “…emprendido algo enojoso, por lo cual el padre le pegó. Y entonces el pilluelo fue presa de una ira terrible e insultaba todavía bajo los golpes del padre” (1998: 161). Esta escena no solamente cristaliza, según Freud, al padre como perturbador de la sexualidad, sino que también da cuenta de dos afectos claves en este caso: la ira terrible (que invade los lazos sexuales y amorosos del paciente desde entonces) y la angustia. Dice Freud: “Por angustia ante la magnitud de su propia ira se volvió cobarde desde entonces.” (1998: 161).