¿Por qué nos cuesta tanto habitar las contradicciones? ¿Por qué nos niegan / negamos esta posibilidad? En los últimos años, el macrismo y la nueva ola feminista nos obligan tanto a repensar un accionar social que deje de lado el afán por la perfección, como a revisar nuestras conquistas pasadas y futuras. Este contexto impulsa al paradigma historiográfico a construir conocimiento situado, en relación a nuestras necesidades, que olvide su obsesión por los relatos libres de complejidad, cerrados y redondos. Una historia que abarque las complejidades y les dé un sentido práctico, permitiendo múltiples apropiaciones y resignificaciones. Entonces, ¿cómo conciliar eso que fuimos / somos con eso que buscamos ser? ¿Cómo rescatar a una Eva que dice de las feministas “Parecían estar dominadas por el despecho de no haber nacido hombres, más que por el orgullo de ser mujeres” (La razón de mi vida)? Pero sobre todo ¿Para qué?
Julia Rosemberg busca volver a esas incomodidades que se creyeron inaprensibles desde la disciplina histórica tradicional por no entrar en los cánones de lo conocido. Vemos en Eva múltiples formas de romper mandatos, de disputar poder, de inspirar pasiones y junto a ella vemos a las mujeres irrumpiendo en la escena pública y política. La impureza de la figura de Evita no hace más que seguir proponiendo desafíos. En este sentido, ¿cómo saldar el silencio historiográfico y, sobre todo, la construcción de un discurso simplista que muestra a Eva como la prolongación del estereotipo patriarcal? ¿Cómo establecer un vínculo entre el peronismo y la lucha por la igualdad de las mujeres a través de la figura de Eva? O, lo que es más difícil, ¿cómo hacer para que estas revisiones y reflexiones circulen socialmente?