El objeto de la presente contribución es cuestionar que la historia fue dominada por una ortodoxia definida. En los años sesenta y setenta, el estructuralismo marxista (o de cualquier otra vertiente) no exhibía una preponderancia, ni tampoco en la actualidad se ha abandonado la inquietud por conocer el funcionamiento de totalidades estructuradas, algo que no debe guardar necesariamente una relación con escuelas estructuralistas. Derivado de ello, el concepto de crisis o cambio de paradigma será cuestionado, así como también se manifestará un justificado escepticismo sobre una cosmovisión unitaria entre los historiadores. En forma conclusiva, se argumentará que la disciplina ha tenido un lento desarrollo evolutivo de gran autonomía, derivado de prácticas reproductivas no plenamente asimilables a otras ciencias sociales.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)