El 9 de julio de 2018 Etiopia y Eritrea firmaron una histórica declaración conjunta de “paz y amistad” como señal de compromiso para avanzar de la situación de punto muerto – no war, no peace - en que se encontraban ambos luego del fallido acuerdo de Argel del año 2000. Dicho acuerdo había puesto fin a la contienda bélica más importante de la región ocurrida entre 1998 y el año 2000 entre ambos países, sin embargo, el acuerdo no tuvo efectividad plena en la práctica y derivó en la situación de esterilidad mencionada.
El nuevo acuerdo fue posible, en su mayor medida, gracias a la nueva dinámica política implementada a partir de la elección del primer ministro etíope Abiy Ahmed Ali, procedente de la postergada etnia Oromo1.Dicha dinámica vino acompañada de cambios estructurales que se desarrollaron al interior de Etiopía, cuya piedra angular resultó ser el acercamiento con Eritrea, postergado por más de dos décadas, en aras de trabajar en conjunto por la paz, el desarrollo y la cooperación en el Cuerno de África.
En esta misma dirección, se concretó el postergado encuentro de Ahmed, eIsaías Afewerki, presidente de facto de Eritrea desde 1991, que dejó como corolario medidas significativas en el terreno que se analizarán a continuación.
Ahmed recibió el Premio Nobel de la Paz el 11 de octubre de 2019 por "haber logrado la paz y la cooperación internacional y en particular por su iniciativa decisiva para resolver el conflicto con la vecina Eritrea". Más allá de la condecoración simbólica, este hecho ubicó otra vez al conflicto etíope – eritreo en el centro de la escena global, suscitando una reacción internacional más que positiva y de apoyo y una euforia inicial de parte de las poblaciones en uno y otro lado de la frontera.
En este marco, a priori favorable para un acercamiento fructífero, se buscará describir la potencialidad de este nuevo acercamiento y el estado actual de situación, la posibilidad de estabilización de relaciones bilaterales legitimadas, y sobre todo, la resonancia regional de éste para efectivamente incidir en la desmilitarización de la región.
Resulta insoslayable, subrayar también los intereses geopolíticos de potencias foráneas en la subregión y su rol en el proceso de paz en curso.