El libro intenta mirar el papel de la plebe urbana en Buenos Aires entre 1810 y 1829. El recorte que hace el autor se explica porque 1810 implicó una ruptura con la metrópoli y por ende con el orden colonial y llega hasta 1829, dado que la caída del orden central y el ascenso del rosismo hace pensar que existen otro escenario y otro tipo de participación de los de abajo, relacionado directamente con el período al que se dedicará el autor.
Ya al principio del texto, se puede reconocer la hipótesis de trabajo: es posible reconstruir y repensar el proceso revolucionario abierto en 1810 a partir de la participación de los sectores populares. En líneas generales sostiene que hubo un papel activo del bajo pueblo en la reconstrucción de la nueva legitimidad política luego de 1810 e intentará comprobarlo en los sucesivos capítulos y explicar cuál fue esa participación de los sectores populares. Afirma, además, que estos sectores no fueron pasivos ante la política sino que han tenido algún tipo de implicación y determinación.