El tema de las relaciones entre teoría y práctica en la formación de profesores es un caso particular de un problema amplio y complejo cuyos esfuerzos de explicación se remontan al propio inicio de la tradición filosófica. En este sentido, basta recordar las controversias -aún hoy fascinantes e inspiradoras- entre las posiciones de Platón y Aristóteles acerca del papel del conocimiento teórico de la naturaleza del bien para la formación del hombre bueno o virtuoso. El mal sería, como sugiere Sócrates, resultado de la ignorancia del bien; sino, ¿un hombre podría saber lo que es el bien y, a pesar de eso, actuar mal? ¿Cuál es la naturaleza de las relaciones entre la capacidad de contemplación del bien, la formulación de una teoría ética y el desarrollo de una sabiduría práctica que se demuestra en decisiones y actos cotidianos? ¿Cómo se relacionarían, por ejemplo, una teoría de la justicia y la capacidad de ser justo o de tomar una decisión justa? En otras palabras: ¿cómo se relacionan el saber proposicional que caracteriza a cualquier teoría y el saber hacer que se manifiesta en una práctica sea esta una práctica ética o una práctica docente?