Toda vez que uno quiere decir algo acerca de la enseñanza de un deporte, o de los deportes, se encuentra inevitablemente con una serie de conceptos -iniciación deportiva, juegos pre-deportivos, de iniciación, fundamentadores- y con el hecho del mini-deporte. Este último aparece en nuestro caso bajo la forma del mini-básquetbol, forma pionera de adaptar el deporte a los niños. Los conceptos aludidos han arraigado insensiblemente en el discurso de entrenadores y profesores de educación física con la misma fuerza que el mini-básquetbol se ha constituido en una práctica inobjetable. Sin embargo, el concepto de iniciación deportiva, las clasificaciones de los juegos para su utilización en la enseñanza y el mini-básquetbol mismo, responden a una idea tecnocrática de la enseñanza que puede y debe cuestionarse, tanto desde el punto de vista educativo como desde el punto de vista deportivo.