Comprender el funcionamiento de sistemas socioeconómicos requiere no sólo entender a los agentes que los componen, sino también cómo los agentes interactúan entre sí y cómo el resultado agregado puede ser más que la suma de comportamientos individuales. Esta observación se ha vuelto más clara con la reciente crisis financiera mundial y el colapso comercial que la sucedió; eventos que subrayaron la importancia de analizar y modelar a los agentes económicos no de forma aislada sino como componentes interconectados e interactivos de sistemas que evolucionan dinámicamente. En particular, se destaca que la economía moderna constituye una red globalizada en la que los agentes interactúan y toman decisiones que determinan simultáneamente la dinámica y las propiedades emergentes. Al mismo tiempo, la mayoría de las actividades económicas están conectadas y sus influencias se propagan a otras a través de redes económicas de manera desigual.