Los materiales lignocelulósicos constituyen uno de los residuos más abundantes de la biomasa y han ganado gran interés en los últimos años, dado que su uso como materia prima en biorrefinerías podría dar origen a la obtención no solo de combustibles y energía, sino productos de alto valor agregado. En particular, el bagazo de caña de azúcar presenta alto contenido de xilanos, por lo que tiene un enorme potencial para su uso en la industria. El 97% del total de la producción de caña de azúcar de Argentina, se centra en las provincias de Tucumán, Jujuy y Salta, distribuyéndose el resto entre Santa Fe y Misiones. En el año 2017, según datos del Ministerio de Hacienda, Argentina produjo el 1,2% del total mundial de caña de azúcar, lo que representa una producción de alrededor de 19 millones de toneladas. Aproximadamente el 30% de la caña de azúcar se transforma en bagazo, que está compuesto por celulosa (35-43%), hemicelulosa (25-32%), lignina (21-23%), y compuestos orgánicos e inorgánicos solubles en pequeña proporción, llamados extractivos (2-11%). Esta complejidad estructural hace que sean necesarios pretratamientos para poder extraer los componentes principales.