El pueblo chileno decidió el 25 de octubre del 2020 que era hora de una nueva Constitución. Con más del 30% de las boletas escrutadas, casi el 77% de la población votó por el cambio de la Carta Magna. (Molina, 2020).
La Constitución que se encuentra vigente data de 1980, y fue aprobada en plena dictadura de Augusto Pinochet.
Es necesario considerar que las Constituciones en Chile siempre fueron hechas por comités de expertos y sin mucha participación de la ciudadanía, por lo que lo que se conoció como el “Apruebo” se constituye en un verdadero hito. Esta iniciativa ha respondido, entonces, a un modelo impulsado “desde abajo”, es decir, por la ciudadanía.
En este sentido, los movimientos sociales han tenido un rol importante en este proceso, en el que lucharon por el cambio y por la conformación de una Convención Constitucional establecida por la elección directa de la ciudadanía.
Estos movimientos, particularmente los feministas, comenzaron a ganar mayor visibilidad gracias a las manifestaciones que se han producido en Chile, tanto en 2018 como en el marco del estallido social de octubre de 2019.
La nueva normativa abre la oportunidad de una mayor participación de las mujeres en Chile, así como la posibilidad de participar en equidad en la redacción de la nueva Constitución. La elección de los y las constituyentes se llevará adelante el 11 de abril de 2021 y ello representa un nuevo desafío para alcanzar la equidad, lo que denota el éxito que ha tenido el movimiento y la fuerza que ha cobrado en los últimos años.
Es necesario recordar que la Constitución vigente no contempla los derechos de las mujeres. Como ha señalado Débora Solís, de Aprofa, organización que lleva décadas de trabajo en resguardo de los derechos sexuales y reproductivos, esta “responde a un modelo económico neoliberal donde la función de la mujer se ve absolutamente replegada a roles tradicionales y muy conservadores” (Tessa, 2020).
Es importante tener en cuenta el gran impacto mediático de los grupos feministas. El buen manejo comunicacional les ha permitido tener una mayor llegada internacional y generar un sentimiento de pertenencia en la opinión pública internacional.
De esta forma, el recorrido de los movimientos feministas en Chile ha decantado en el fortalecimiento del mismo, con resultados y avances promisorios, como da cuenta la posibilidad de que el país logre una Constitución que contemple los derechos de estos sectores.