Hace pocas jornadas se celebró en España un Congreso sobre Historia de la Mierda. Entre mis colegas -casi todos ellos del área de educación física y deportiva- fue comentado no sin ánimo jocoso y bufón. Aunque hubiera deseado asistir, no pude hacerlo por limpias ocupaciones profesionales: estaba comprometido, desde hacía tiempo, en la participación de otro congreso, en este caso sobre Historia de la Educación Física, coincidente con aquél en el tiempo. Tal coincidencia fue comentada y aunque un congreso de Historia de la Educación Física constituye una rareza que no deja de producir aspavientos entre muchos profesionales del campo, se tolera e incluso se entiende. Nada que ver con la reacción que provoca la historización de la mierda.