La primera gran experiencia posible frente a la arcilla es la de tomar contacto con una materia de naturaleza temporal capaz de condensar sintéticamente los efectos del planeta: el movimiento de las placas, las cuencas de los ríos, la erosión y el intercambio de sus minerales, integrados a un proceso fluido, no exento de poética, desde el cual extraemos el recurso básico para nuestra actividad. En esa superposición de pliegues reverberan frecuencias de mundos disueltos y latentes, inquietantes sombras capaces de obturar con sus contorsiones la claridad homogénea reinante (Grüner, 2002). Ya sea a nivel de la mirada, o a ras del suelo, su estructura porosa está hecha de fragmentos de un relato incompleto, un relato en curso. Me propongo ensayar una primera tentativa: en el barro sobrevive algo ¿Pero qué? El cuerpo de este trabajo está integrado por un conjunto de formas elaboradas a partir de barro con el propósito de evaluar sus cualidades en el modelado: su plasticidad, sus impurezas, y también, su capacidad para integrarse en arcillas de otras procedencias. La recolección, en este caso puntal, ha sido realizada en la provincia de Chubut. Las salidas además de garantizar las reservas de barro, sirvieron como ejercicio de exploración, de encuentro con el paisaje.