La relación con la naturaleza es el punto de partida de mis búsquedas estéticas en el campo artístico, me atraviesa desde la infancia, desde cuando veía osos perezosos y monos pasar de una calle a otra a través de los cables del teléfono, o me perseguían las iguanas en las canchas del colegio. La oportunidad de vivir en el campo y experimentar los ciclos naturales a partir de la observación y habitar el monte a través de los sentidos, me proporcionó un profundo interés en el mundo natural, especialmente en la flora que me rodeaba. Las plantas siempre fueron mi compañía. Coleccionaba plantas dentro de cinta scotch y con el tiempo comencé a dibujarlas y pintarlas. Luego estudié medicina, atendí pacientes, y me di cuenta que lo que nos enseñaban como enfermedad eran desatenciones o desequilibrios con nuestros ciclos y procesos, fruto del estrés y la desconexión con los ciclos naturales. Vi la enfermedad como un desfasaje de entre esos ciclos y la desatención a nuestros propios cuerpos.