Con Tiempo de profetas, Martín Ribadero invita a sumergirse en el mundo de la “izquierda nacional”, y a recortar dentro de él, a los grupos en los que Jorge Abelardo Ramos actuó como centro productor de ideas e iniciativas político-culturales, y también de empresas políticas. Apelando a las herramientas de la historia intelectual, el autor reconstruye redes y trayectorias individuales y colectivas, ofreciendo a cada paso un minucioso análisis de los debates teórico-doctrinarios en los que los sucesivos grupos, y su mentor, se vieron involucrados. Así, el libro ilustra sobre sus primeras adscripciones en el ámbito del trotskismo de mediados de los años cuarenta y avanza hasta principios de los sesenta, cuando ya ha sido creado el Partido Socialista de la Izquierda Nacional (PSIN).
Uno de los indudables aportes de Tiempo de Profetas consiste en su capacidad para mostrar cómo, en el recorrido de Ramos, la intensa actividad de escritura y las dotes de polemista se mantuvieron siempre ligadas a una infatigable tarea de editor. Con notable destreza, el autor nos lleva, por ejemplo, desde la conformación de su primer grupo y la publicación de la revista Octubre, en 1945, a su posterior relación y unificación —no exenta de diferencias y disputas programáticas y personales— con quienes hacían Frente Obrero. En el seguimiento de ése y otros emprendimientos que le sucederán, además de reponer las ideas, Ribadero traza itinerarios, ubica controversias y observa como una de sus marcas la persistencia de lo que no duda en calificar como un cierto espíritu sectario.
Desde el punto de vista de la “matriz teórico-política”, el autor considera que los grupos vinculados con Ramos encontraron su punto de unificación en la centralidad otorgada a la “cuestión nacional” y en la búsqueda de articulación entre marxismo, antiimperialismo y latinoamericanismo, tópicos que junto con la interpretación del peronismo como “bonapartismo” habrían constituido los “cimientos discursivos”, y la impronta, que permitiría diferenciarlos de otros que le eran contiguos, por caso el de Rodolfo Puiggrós y su publicación Clase Obrera.