Que las masas obreras están realmente necesitadas de las modernas enseñanzas, es cosa ya fuera de duda. Ahora, ¿cómo suministrar al obrero y al empleado de mañana y al futuro modesto agricultor la preparación para el concienzudo ejercicio de su profesión, que no pueden adquirir actualmente ni en el taller, ni en la fábrica, ni en el mostrador, ni en el almacén, ni en el campo? Nos hallamos, insisto, ante uno de los problemas que más seriamente han preocupado a los pueblos cultos, frente a una de las cuestiones más debatidas en el extranjero y que reclaman la atención de nuestro país y una pronta solución, si tratamos de hacer algo, y algo eficaz, aprovechando las circunstancias presentes.