Prefiero señalar algunas de las principales deficiencias que mi observación ha comprobado en la enseñanza de este instituto y que son, me parece, faltas generalizadas en toda la instrucción secundaria argentina. Dando razón a algunos psico-pedagogos, nuestros alumnos aprenden para olvidar; nada hay más efímero en ellos que la memoria de la instrucción recibida. Pasado el estímulo inmediato que ha determinado su adquisición, las nociones se disipan en el olvido como substancias volátiles en la atmósfera. Atribuyo esa sensible fragilidad del recuerdo a que el estudiante secundario asimila provisoriamente el saber, como si el fin de éste fuese habilitar para la recitación en clase o para afrontar con probabilidades de éxito las exigencias del examen, a que no se establece entre los conocimientos, el enlace natural que facilita su evocación; a que la enseñanza predomina la forma expositiva sobre las activas, y a que, por falta de tiempo o de previsión, no se hacen revisiones oportunas en cada asignatura.