Como una persona recientemente redescubierta como de género fluido (dentro del espectro de las personas trans no binaries), me di cuenta de la cantidad de espacios que habitaba en mi rol de bailarine que luego de animarme a expresar con libertad mi identidad (proceso que aún continúa) no podría volver a habitar de la misma manera, o capaz, no podría volver a habitar más.
Entonces, a pesar de estar inmerses en una realidad atravesada histórica y culturalmente por un régimen heterosexualizante que nos devuelve mensajes de odio y el no reconocimiento de nuestro ser: ¿Estoy imposibilitade de volver a conformar un grupo, de aprender en un ballet o de formarme porque no respondo al rol que le impusieron a mi genitalidad? La respuesta es obviamente que no. El hecho de que las danzas folklóricas estén enmarcadas en un binarismo heteronormado responde solo a los axiomas de una sociedad patriarcal heterocis en la que estamos sumergides. Que los ballets, escuelas de danza y demás espacios de la enseñanza de las danzas no permitan que se asuman en la danza roles que no se correspondan con tu genitalidad habla de su negación y falta de conocimiento a las identidades disidentes.