Con Nelson nos conocemos hace tiempo, muchos años y sucesos de la vida compartidos.
También hemos trabajado juntos, en experiencias intensas hermosas y variadas, aventuras creativas todas. Inauguramos la primera, allá lejos y hace tiempo, una en su casa que, me atrevería a decir, fue su primera intervención teatral en un espacio real/simbólico con el cruce de una bio real o apócrifa. “Pobre Lisolette, que se joda”. Inolvidable.
Con él he compartido fantasías e historias.
En febrero de 2021 estrenó PGM en el cementerio y pude ser una de las espectadoras de esas pocas funciones que permitió la pandemia. Una vez más me encontré cerca del imaginario del amigo, yo también había tenido, de niña, mi propia historia con el cementerio y la relación familiar con el más allá, yo tenía mi PGM.
Estuve allí y viví la intensidad de la belleza de la propuesta, pude presenciar el ritual de la escena en ese lugar. Por eso algunas preguntas, para abrir la experiencia y el gusto de hablar con Nelson sobre LA OBRA.