La escuela es una de las instituciones más importantes de la sociedad contemporánea y los estados modernos invierten sumas considerables de su presupuesto para atender a las necesidades educativas de la población. Al parecer, todo este proceso social, por los objetivos que se le asignan y su influencia sobre el progreso de la Nación, debiera fundarse sobre los conocimientos y las técnicas resultantes del desarrollo continuo de las ciencias de la educación. Al menos esto suele ocurrir en los países donde la cosa educacional es confiada en sus aspectos técnicos y específicos, a los especialistas en dichas ciencias de la educación. Cuando se abandona esta práctica de gobierno, bastante razonable, se producen los hechos insólitos y desconcertantes que los argentinos venimos observando desde hace muchos años en el terreno de la educación.