Parto de hacerme una pregunta, que es quizás antiquísima, pero no por eso ajena a nuestro tiempo. Por qué, las personas, necesitamos narrarnos, necesitamos contar el mundo y a nosotros inmersos en su discurrir. Este proceso no es nuevo, lo hemos visto repetirse en la historia, mutar, buscar y cambiar de dispositivo, mecanismo, estructura. Desde aquellos primeros trazos en el interior de las cuevas, que visibles en este tiempo nos permiten identificar un yo colectivo anclado en una dimensión que nos es ajena. Pero ¿no estamos también construyendo esa misma dimensión? Contarnos a nosotros ¿para qué? ¿cuál es la búsqueda? Me propongo pensar, para este trabajo, a las selfies como proceso de narración de lo personal, pero también como mecanismo para la identificación con uno mismo. Acaso la selfie nos sirve como espejo, como mirada de sí mismo, pero expandida en la mirada permanente de los demás.