El desarrollo del estudio de la educación comparada constituye un ejemplo de los peligros que acompañan la proliferación de disciplinas intelectuales. El interés por los sistemas escolares extranjeros fue motivado originariamente por un deseo de reformas progresistas en el sistema educacional del país donde los estudiantes hacen la investigación. Fue conocido desde temprano que los sistemas de educación no podían ser transferidos de un país a otro sin encontrarse inadecuado el nuevo destino. Sin embargo se descubrió que el estudio de la educación comparada era de valor por la contribución de ideas y principios que podían ser incluidos en la filosofía prevaleciente de la educación nacional. Este descubrimiento, por cierto, no fue nuevo, pues el proceso de intercambio fertilizador de ideas en la educación es tan antiguo como la historia de la educación.