A casi un año de iniciada la crisis financiera internacional, los nuevos vientos que asomaban como consecuencia del derrumbe parecen haber perdido fuerza o entrado en un impasse donde las prácticas y retóricas del pensamiento único neo-liberal se resisten a abandonar la escena política mundial. Así, el neo-keynesianismo que justifica la intervención estatal de salvataje a las empresas trasnacionales en los países centrales convive con la resistencia de estos mismos países para reorganizar sobre nuevas bases el sistema financiero mundial. Al respecto, si bien no es una novedad la recurrencia (cada vez más seguida) de las crisis en el capitalismo, no deja de asombrar su capacidad de recomposición económica pero sobre todo política e ideológica.